COMO
DETECTARON EN MAR DEL PLATA UN CUADRO ROBADO POR LOS NAZIS
La
pintura del siglo XVII, saqueada a un galerista en 1940, estaba en la casa de
la hija de un jerarca nazi refugiado en Argentina.
NoticiasArgentinas
Un
cuadro del siglo XVII, colgado en la sala de una casa de Mar del Plata, abrió
un expediente judicial y revivió una historia enterrada por décadas. Se
trata de Retrato de una dama, del pintor italiano Giuseppe
Ghislandi (1655-1743), parte de la prestigiosa colección del marchante
judío neerlandés Jacques Goudstikker. La obra fue saqueada en 1940 por el
régimen nazi y terminó en manos de Friedrich Gustav Kadgien,
funcionario cercano a Hermann Göring, que vivió en Argentina hasta su
muerte en 1978.
El
hallazgo fue revelado por el diario neerlandés Algemeen Dagblad, que detectó
la pintura en las fotos de un aviso inmobiliario publicado en un portal
argentino. Una de las hijas de Kadgien había puesto a la venta su casa en
el barrio Parque Luro de la ciudad balnearia. En las imágenes, sobre un sillón
del living, se distinguía el retrato desaparecido desde hacía más de 80 años.
La
alerta llegó a la Justicia federal a través de Interpol y la Aduana. El fiscal
Carlos Martínez, a cargo del caso, ordenó un allanamiento en el domicilio
identificado como residencia fiscal de Patricia Kadgien, empresaria textil de
59 años. La Policía Federal secuestró armas, celulares y láminas, entre ellas
una serie vinculada a una exposición de Henri Matisse en los años 40, pero el
cuadro de Ghislandi ya no estaba. La principal hipótesis es que fue retirado de
la vivienda tras la publicación de las imágenes.
La
investigación busca determinar si la actual poseedora puede ser imputada por
encubrimiento de contrabando. Paralelamente, la Agencia de Patrimonio
Cultural de los Países Bajos reclama la restitución de la pintura a los
herederos de Goudstikker, que durante más de ocho décadas rastrearon la
colección saqueada por los nazis.
Jacques
Goudstikker fue uno de los principales galeristas de Ámsterdam. Tras la
invasión alemana de 1940 intentó huir con su familia a Nueva York, pero murió
durante el viaje en barco. En su galería quedaron más de 1.100 obras,
documentadas en un inventario. Esa colección fue liquidada a precios irrisorios
entre altos jerarcas del Tercer Reich. Uno de ellos fue Göring, comandante de
la Luftwaffe, y otro habría sido Kadgien, conocido como “el mago de las
finanzas” del nazismo.
Nacido
en Elberfeld en 1907, Kadgien había ingresado al Partido Nazi en 1932 y a la SS
en 1935. Como experto en divisas, ocupó un lugar clave en la Oficina del Plan
Cuatrienal que dirigía Göring. Desde allí articuló redes de empresas pantalla
en Suiza para mover oro, diamantes y obras de arte robadas a judíos y
opositores. Cuando la guerra llegaba a su fin, huyó a Suiza y luego a Brasil,
hasta instalarse definitivamente en Argentina. Se radicó en Buenos Aires, fundó
empresas y vivió sin ser molestado hasta su muerte, en 1978, sepultado en el
cementerio alemán de la ciudad.
El
destino de la fortuna de Kadgien sigue siendo un misterio. Investigadores
europeos sospechan que controlaba entre 1.000 y 3.000 millones de Reichsmark
ocultos en cuentas suizas. Su paso por Sudamérica incluyó negocios en Brasil y
vínculos con empresas alemanas en la región, además de contactos con la
administración de Juan Domingo Perón.
La
aparición del cuadro en Mar del Plata reavivó la sombra de ese pasado. Según
el corresponsal del Algemeen Dagblad, Peter Schouten, el rastreo de las
hijas de Kadgien llevó años. Ellas nunca respondieron a las consultas sobre el
origen de las piezas. Solo un descuido –las fotos de la inmobiliaria Robles
Casas & Campos– permitió localizar el Retrato de una dama. El aviso
fue retirado inmediatamente después de la publicación de la investigación.
En
paralelo, se detectó que otra pintura desaparecida, atribuida al artista
holandés Abraham Mignon, podría estar también en manos de la familia. Una
de las hijas de Kadgien la habría mostrado en sus redes sociales, según el
mismo diario.
Hoy,
el fiscal Martínez espera definir si imputa a Patricia Kadgien, mientras Interpol
mantiene alertas nacionales e internacionales para impedir que el cuadro
salga del país. En Europa, los herederos de Goudstikker insisten en que la
restitución es un paso necesario para reparar una parte del saqueo cultural más
grande de la historia moderna.
El
caso demuestra que, 80 años después, los ecos del expolio nazi siguen
resonando en lugares tan lejanos como una tranquila residencia marplatense. El Retrato
de una dama continúa desaparecido, pero su historia volvió a la luz,
recordando que detrás de cada obra de arte saqueada permanece una deuda de
memoria y justicia.
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