MIGUEL TORRENT UNA HISTORIA ESCALOFRIANTE
Si bien ya me había referido a la situación de Rosario, luego del ataque a
la familia de Antonella Roccuzzo y aun sin estar demasiado en el tema, no me
equivoque en absoluto, cuando exprese que iba a ser olvidado, sin llegar a nada
en absoluto.
Por supuesto, que todo sigue igual o peor y ya ni el Ministro de Seguridad
de la Nación, Aníbal Fernández, abre la boca, porque todo lo que dice ni se cumple
o se acerca siquiera a ser un paliativo para una situación insostenible.
Si bien las víctimas son de todo nivel, ayer apareció una noticia que sacudió
el ambiente, porque sus ribetes parecen
ser parte de una película de terror.
“La trágica historia de Miguel Torrén, el capitán
de Argentinos Juniors al que le mataron cuatro hermanos en Rosario
Lucha desde muy chico y
cada día de su existencia para llenarse de vida, aunque la vida parezca
ensañada con él y con su gente. "Sigo adelante porque si me quedo en casa,
no voy a salir", confesó.
Miguel Ángel Torrén (1988, Villa Constitución, Santa Fe) no
se quiere acostumbrar a vivir acechado por la muerte. Y no se rinde. Lucha desde muy chico y cada día de su existencia para
llenarse de vida, aunque la tragedia luzca ensañada con él y con su gente. Así
fue como Torrén incorporó y siguió al pie de la letra cada uno de los consejos
de la familia que lo cobijó en Rosario mientras su papá hacía malabares para
criar a sus cinco hermanos mayores y a él. Así fue como se las ingenió para
gambetear las cartas marcadas del destino y construyó una vida diferente
con Natalia, la mujer que conoció cuando tenía 15 años y que con el paso
del tiempo se convirtió en su sostén y en la mamá de Vladimir, Santino y Ángelo, tres varones de 18, 16 y 12
años que juegan y sueñan en las Divisiones Inferiores de Argentinos Juniors.
Es que el destino, el
maldito destino, lo puso a prueba desde muy temprano. No había cumplido tres
meses -nació el 12 de agosto de 1988- cuando una mala conexión en un ventilador
de piso mató a su mamá. La mujer murió electrocutada en su casa. Tenía seis hijos
y el mango ya no alcanzaba en el hogar súper humilde de las afueras de Rosario.
Sus hermanos más grandes siguieron bajo la tutela de su papá, que se deslomaba
a diario para juntar el dinero necesario para llevar comida y cubrir las
necesidades básicas. Miguel, en cambio, tuvo la fortuna de cruzarse con los Velazquez. Si no hubiese sido por ellos, me hubiese criado en la calle y mi vida habria sido totalmente diferente. Me enseñaron el respeto, la humildad, lo que estaba bien: que camino tomar " conto Torrent al periodista DIego Paulich, de Ole.
La vida de José Sixto, su hermano, se apagó pasadas las 21.30 del sábado. Cuatro personas en dos motos tocaron el timbre
de su casa en el barrio Godoy. Abrió la puerta y sólo recibió balazos. Corrió
la misma mala suerte que Walter, asesinado en 2010 cuando tenía 32, mientras
jugaba un partido de fútbol en las afueras de la ciudad santafesina. Después,
en este sendero de desgracias, siguió Gabriel, que a los 34 no pudo sobrevivir a una golpiza
tras una pelea con dos cuñados en 2020. Un año más tarde, Luis recibió tres disparos mientras caminaba por la calle. En el
medio, su
papá murió como miles en plena pandemia. El drama de la pobreza. El drama de la
inseguridad. El drama de la hambre. El drama de la salud.
La nota, es más
larga y detalla en forma descarnada un drama que toca a muchos hogares
rosarinos, pero que siempre cuando aparece una figura pública tiene mucha mayor
difusión.
Quién sabe
si esto tendrá alguna vez un final cercano a ser feliz, como en las películas,
pero tal cual como se aprecia diariamente la cantidad de muertes (llegaron a
130 hasta ayer), lo que da un promedio escalofriante de más de 25 por mes o sea
casi uno por día, lejos están de
atenuarse.
Ojala pueda
escribir de la hermosa ciudad santafesina que tiene tanta belleza diseminada por
sus calles, plazas y paseos a orillas
del Paraná y no de estas historias que parten el corazón de cualquier persona
de bien.
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