EL CAMPO Y LA CIUDAD
A los que vivimos en la ciudad y no tenemos una relación directa con el
campo, el escuchar de sequía es solo una anécdota, pues el tema lluvias solo
nos afecta, cuando por el contrario se producen calamidades extremas que nos
afectan, es decir grandes inundaciones o los deslizamientos que se pueden
producir de las montañas afectando calles o los servicios esenciales que
poseemos.
El campo, a pesar de los grandes avances tecnológicos, sigue dependiendo de
la naturaleza y por supuesto del líquido elemento que les provee el cielo, como
motor que mueve toda su economía, ya sea en sus cultivos o en la ganadería.
Solo imaginar la espera interminable, cuando existen las grandes sequias, aguardando
los partes meteorológicos que anuncien
la aparición del agua bendita y sentir
la frustración que nada ocurre, viendo como las enormes pérdidas ocurren incesantemente
ante la imposibilidad de hacer algo para remediarlo, debe ser tremendo.
Los habitantes de las grandes ciudades, solo lo sufrimos cuando existen faltantes
de los productos básicos de nuestra cocina y nos quejamos de los aumentos
estacionales, sin pensar que detrás de todo esto existe gente, que en muchos
casos han perdido todo lo invertido.
https://elpais.com/
“El campo argentino se seca
Tres años consecutivos de sequías provocan pérdidas
extraordinarias en uno de los mayores productores mundiales de alimentos
Raúl
Catta tiene 69 años y un campo en Arrecifes, en la zona más fértil del norte de
la provincia de Buenos Aires. Planta allí soja y también maíz, que usa para
alimentar a 600 vacas lecheras. “Acá rezan hasta los que no son creyentes”,
dice en la casona que pertenece a su familia desde hace más de 90 años. Las
oraciones piden agua. El campo argentino atraviesa tres años consecutivos de
sequía producto de La
Niña, un fenómeno climático que ha provocado pérdidas millonarias, campos marchitos
y la mortandad de miles de cabezas de ganado.
En el campo de Catta la soja agoniza y el maíz forma granos minúsculos y
desordenados. El 18 de febrero, en pleno verano, una helada afecto la floración
de lo poco que quedaba en pie. La última lluvia que regó los campos de Catta
cayó el 25 de mayo del año pasado, hace casi diez meses. La falta de agua
arruinó la primera siembra y está cerca de hacer lo mismo con la segunda. “No
recuerdo una situación semejante”, dice Catta, “he vivido sequías de seis meses
y que se haya perdido una cosecha. Pero que se hayan perdido las dos cosechas
nunca lo he vivido”.
Ojala estas lluvias, que hemos pasado este fin de semana, hayan sido suficientes
para terminar con esta agonía que lleva tantos años y el campo pueda volver a
la producción intensiva de sus cultivos, que los animales tengan la pastura
para su engorde natural y que los citadinos, no nos quejemos cuando un poco de
agua nos arruina una salida programada.
Mi enorme admiración a los productores genuinos, que por generaciones han hecho del campo su hábitat natural y su
medio de subsistencia.
Mi mail blogvsk945@gmail.com , agradeciendo a Lolo de Paternal y Pupi de
Almagro.
Esperemos que estas lluvias hayan servido para tener la mejoria que el campo merece.y te felicito por las notas que publicas . Lucia de la Plata
ResponderBorrarMuchas Gracias, Lucia
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