UNA ENFERMEDAD QUE NOS COME LOS BOLSILLOS
El índice de octubre dio 6.3 % con lo cual el año lleva 76 %
y la acumulada anual el 88 %, los números son elocuentes y asustan, pero donde más
lo sentimos todos, es cuando tenemos que hacer compras en especial de los
alimentos. Es difícil hacer un análisis, sin poner porcentajes pero todos
sabemos que cada vez lo que cobramos, por ingresos mensuales, se diluye como el
agua por las manos y a pesar de los anuncios que intenta dar el gobierno, sobre
controles de precio, no existe ningún paliativo para que al menos disminuya en algún
momento.
No hace falta ser un economista, para entender que si los
gastos superan los ingresos de cualquier casa, en un par de meses no se puede
subsistir y si se pide un préstamo es imposible devolverlo. La economía del país
tiene un condimento adicional que es la emisión monetaria, que cuando es
desmedida hace que el flujo de dinero en la calle sea cada vez mayor, con lo
cual su valor intrínseco se va devaluando y los bienes aumentan en forma
desmedida.
La explicación que intenta dar el presidente, tiene raíces desde
que asumió su mandato, y si bien es un flagelo que viene de lejos, no ha habido
ningún remedio para su cura y la excusa de que el ámbito externo es la causa no
es real, ya que todo el resto de América tiene índices mucho menores y
Argentina tiene el raro privilegio de encontrase entre los 6 países con mayor inflación
mundial, en donde Venezuela lidera con
2700 % y luego Sudan con 115 % y nuestro país, al cual nos gusta destacarnos en cualquier materia, está muy cerca del
segundo lugar.
Solo es necesario analizar los aumentos de salarios, que están
consiguiendo los gremios, que intentan mantener el valor de los sueldos, con
porcentajes en algunos casos superiores al 100 %, para ver la pelea que se
intenta dar a la inflación es cada vez más difícil.
Que lejana esta la
Argentina de hace un siglo atrás, cuando era una potencia mundial y los inmigrantes se
peleaban para venir y hacerse la América.
Hoy la juventud y aquellos que pueden irse, no dudan en
buscar nuevos horizontes y a pesar que el panorama que se encuentran en el
exterior no es el mejor, ante tanta incertidumbre que vivimos se van casi si
dudarlo.
Los que tenemos algunos años y hemos sufrido casi siempre la
misma historia, ya estamos al borde del agotamiento, y las esperanzas de
conseguir una vida mejor son cada vez más
remotas.
Es muy cierto lo que decís, soy jubilado y si no fuera por mis hijos estaría en la calle
ResponderBorrarGracias por el comentario
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