En el día de ayer, en una de mis habituales caminatas por el barrio, me llamó
la atención que de pronto se agrupara gente alrededor de un par de personas que
tenían botellas de Coca Cola en el piso, que recientemente había descargado un camión.
Por supuesto mi acerque y vi que era una promoción que estaban haciendo por
un nuevo envase retornable, razón por la cual haciendo una pequeña cola retire
el mío, hasta aquí todo normal, pero lo que llamo la atención fue que la persona que tenía detrás me
comento: le habrán puesto algo dentro porque para que te la regalen seguro tiene
que ser trucho y mientras aguardaba vi que un muchacho al que ya se la habían entregado,
dejo su botella en el piso y volvió a hacer su cola para retirar otra.
Como tenía que ir hacer una compra en el supermercado y venía con esta
botella, se lo comenté a la cajera para que no me cobren y una
señora que me estaba escuchando me pregunto dónde la regalaban, así le avisaba
a su hija para ir a buscarla.
La reflexión que se me ocurre es, cuanta es la desconfianza que hoy impera
en nuestra sociedad al dudar de cualquier regalo, la viveza que nos rige al
buscar nuevamente otra botella y la necesidad de poder retirar gratis cualquier
promoción.
Es indudable que estamos viviendo una situación muy complicada y estos pequeños
detalles irrelevantes son una muestra de cómo nos comportamos buscando siempre
alguna ventaja o tratando de sobrevivir de la mejor manera posible.
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