Un Homenaje al ser más
importante de la vida
En este día de la madre, quiero hacer un pequeño homenaje
a todas esas mujeres que han tenido la dicha de traer al mundo un nuevo ser y
que han criado, mimado, guiado y sabido encaminar, para que puedan ser alguien
de provecho (por supuesto la mayoría de las veces con la ayuda de su pareja).
El amor de una madre tiene la misma intensidad que la de
un padre, pero es totalmente diferente, ya que el corazón supera ampliamente a
la razón, y jamás podría traicionar o dejar
sin cobijo a sus hijos.
El hombre muchas veces antepone el cerebro a los
sentimientos ante alguna situación de conflicto, la madre nunca lo hace, y su
amor es infinito y solo un hecho
impensado o muy grave podría hacerle variar (y quizá tampoco) esta devoción
por sus hijos.
Un recuerdo para las madres de mi familia, todas ellas muy diferentes:
Teresa, la mía, una mujer muy especial, con un carácter explosivo, pero
que supo darme las herramientas para manejarme en la vida.
Paulina, mi suegra, a la que por desgracia la vida se
llevó muy pronto para poder conocerla en profundidad, pero con una fuerza
notable y un enorme amor por su hija.
Leonor, la madre de mi hija y la mujer que me acompaña desde casi 50 años y cuyo amor de madre es inmenso y tan intenso, que cualquier otro comentario solo serviría para hacerlo inconmensurable.
Como un homenaje a todas esas mujeres abnegadas y que
darían su vida por el bienestar de sus hijos les dedico estos poemas:
Amor de Madre
Amado Nervo
No,
madre, no te olvido;
mas apenas ayer ella se ha ido,
y es natural que mi dolor presente
cubra tu dulce imagen en mi mente
con la imagen del otro bien perdido.
Ya juntas viviréis en mi memoria
como oriente y ocaso de mi historia,
como principio y fin de mi sendero,
como nido y sepulcro de mi gloria;
¡pues contigo nací, con ella muero!
Ya viviréis las dos en mis amores
sin jamás separaros;
pues, como en un matiz hay dos colores
y en un
tallo dos flores,
¡en
una misma pena he de juntaros!
Versos para mi madre
Julio Jaramillo
Mi madre es un poema
de blanca cabellera,
que tiene a flor de labios
un gesto de perdón.
Cuando tras larga ausencia regreso
ella me espera,
me abraza como a un niño,
me besa con pasión.
Mi madre es pequeñita
igual que una violeta,
lo dulce está en su alma,
el llanto en el adiós.
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